Formatos espaciales
Juan Elvira and Clara Murado
El formato, frente a la forma, no se refiere a una figura cerrada o concreta como punto de partida. En su acepción espacial, se refiere a la organización de una estructura de situaciones posibles. Estas organizaciones -como sucede en una red de autopistas o en un aeropuerto- están determinadas enteramente por lógicas y protocolos cuyas repercusiones espaciales y formales superan a las capacidades de una forma completa y anticipada. Las estructuras de posibles situaciones se conforman a partir de los agentes en juego y de los protocolos (tiempos, interacciones) que siguen esos agentes.
El formato permite acotar un lugar posible, un acontecimiento que puede tener lugar.
En este marco, el proyecto se convierte en una exploración de situaciones posibles, en la actualización de virtuales organizaciones espaciales.
Una vez imaginado ese lugar, sometido a los condicionantes que lo hacen viable (en su entorno económico, tecnológico, sociológico), el conjunto de aglomeraciones, movimientos, frecuencias de ocupación, pautas espaciales y temporales que puedan darse, se formatean a través de parámetros espaciales concretos. Sus reglas se ajustan al caso acotado del formato general, se adaptan a su lógica.
El proyecto desplaza su atención hacia la organización espacial, hacia la gestión temporal del espacio y las intensidades que lo informan.
Proyecto y producto, lejos de ser los extremos de una línea de proceso -su comienzo y final- se elaboran en paralelo, condensándose en la misma figura del formato espacial.
Un formato espacial, en este sentido, admite variación de tamaño, localización y duración. Sus propiedades espaciales y de organización se conservan mientras sus lógicas fundamentales estén presentes. Cualquier formato audiovisual, informático, cualquier organización de información en un soporte material concreto, está dotado de tal flexibilidad. El formato admite un número ilimitado de variantes, de versiones, sin perder sus características. De aquí la capacidad del formato para inducir transformaciones, para operar con él de modo propositivo. El formato espacial puede funcionar como vehículo para introducir nuevos agentes de cambio en el proyecto, cuyo éxito no dependerá de que cada uno de sus componentes permanezca inalterado.
Por otra parte, el formato determina el contenido, lo estructura y sistematiza. Todos los contenidos adaptados a esa estructura son potencialmente conectables. Esta capacidad de proliferación del formato hace que una serie de contenidos diversos, una vez formateados, amplifiquen su posibilidad de interrelación. Esta conectividad adquirida permite la superposición y agregación de muy diversos materiales de proyecto, que a priori podrían parecer incompatibles.
Si la confección de un formato concreto proporciona a lo formateado las capacidades hasta ahora descritas, el uso de un formato ya dado ofrece otras posibilidades:
la apropiación de un formato bien conocido incorpora a los materiales de proyecto, otros materiales que le son atribuidos por defecto a ese formato. Materiales que son familiares, y que comprenden la relación con determinada identidad, ya sea corporativa, económica o del segmento de usuarios al que se dirige.
Un formato dado, ligeramente modificado, con inapreciables inserciones de materiales que no le son propios, tiene una capacidad de proliferación que tales materiales no tienen por sí solos.
Proyecto y producto, lejos de ser los extremos de una línea de proceso -su comienzo y final- se elaboran en paralelo, condensándose en la misma figura del formato espacial.
Proyecto Calverton Racetrack
Las competiciones automovilísticas, y en general los grandes acontecimientos deportivos, suelen concentrarse en unos pocos días al año. Estos acontecimientos, no obstante, movilizan un enorme número de personas, que ocupan grandes áreas alrededor de las instalaciones donde se celebran los juegos. La intensidad y concentración de uso es tal que amortiza la inactividad de las instalaciones para el resto del año. Siguiendo una tendencia que ya es detectable en algunos de los grandes circuitos de carreras automovilísticas, este proyecto explora la posibilidad de un complejo deportivo en el que aquella intensidad de uso sea posible de manera permanente. Para ello será necesario elaborar un formato espacial que sea capaz de albergar y gestionar un programa de actividades continuo.
Posiblemente, el lugar resultante sea un espacio en el que contemplar simultáneamente cualquier competición, una combinación de todos los ciclos y velocidades: desde la fórmula 1 hasta las carreras de tortugas, de los aviones a los caracoles. Un paisaje por el que caminar ó conducir, para deambular movido por distintos eventos.
La saturación de usos se convierte en un primer requisito de proyecto. Se concentran todos los tipos de pistas y los modos en que puedan usarse, saturando el lugar de distintas pautas de ocupación del suelo. En el PCR se saturan todos los tipos de carreras posibles, y los usos que esas carreras demandan. En este contexto, el proyecto debe proveer grandes superficies neutras que admitan esta congestión sin programa sólido ni compartimentaciones espaciales fijas. Los graderíos y tribunas deben amplificarse hasta convertirse en un paisaje abierto, en una infraestructura habitable.
Este proyecto intenta capturar un espacio en el que se superponen numerosos protocolos de uso de los circuitos, ritmos de ocupación del territorio, ciclos, frecuencias, revoluciones y velocidades, y también la posibilidad de accidentes, de imprevisiones. Esta interacción de agentes activa simultáneamente determinadas áreas, equilibrándose así las distintas zonas de interés.
Los documentos aquí incluidos se corresponden con la tribuna principal del complejo deportivo, el Grandstand v. 4.2. Comprende tres niveles principales interconectados, por los que corren segmentos de algunos de los circuitos mayores (fórmula 1, náscar, motocicletas, maratón, vela, aeroplanos, animales veloces: palomas, caballos, galgos), y algunas pistas completas, de menor tamaño (velódromo, karts, atletismo, natación, animales lentos: caracoles). Si las tribunas se suelen localizar en las zonas de mayor visibilidad, velocidad (y de mayor riesgo), el Grandstand v. 4.2. se ha situado en el sector del complejo de máxima actividad.
El proyecto Calverton Racetrack se plantea como la propagación de una serie de detalles (de posibles jugadas dentro del sistema general propuesto) según las interacciones de los distintos agentes en juego. Estos detalles constructivos se refieren a factores como la relación entre superficie y velocidad o la localización del asiento, y el gradiente de precios que esta desencadena.
Una vez seleccionada la versión definitiva, el factor determinante para la organización del proyecto es la localización de las gradas de asientos. Cada combinación de carreras y competiciones generará unos sectores de precios diferentes (como un teatro con precios cambiantes para el patio de butacas, palcos, plateas, etc). La superposición de las áreas de precios para el conjunto de las situaciones predecibles, determina una serie de precios generales del suelo. Según la localización de estas áreas, se distribuyen usos auxiliares y servicios de todo tipo.
Para cada escenario de uso, la organización del espacio responde a la delimitación de sectores en las gradas según las áreas de precio, a las circulaciones que procuran la accesibilidad a estas áreas; a la activación de usos en paralelo a estas circulaciones y a las ocupaciones del suelo. También debe responder a la activación de mecanismos de publicidad e información en paralelo a los movimientos de los espectadores y a la provisión de áreas de aparcamiento para cada caso.
Por lo tanto, cada organización se adaptará a una red de protocolos espaciales y temporales, procurando una activación apropiada de cada superficie. El proyecto Calverton Racetrack se plantea como la propagación de una serie de detalles (de posibles jugadas dentro del sistema general propuesto) a propagar según las interacciones de los distintos agentes en juego. Estos detalles constructivos se refieren a factores como la relación entre superficie y velocidad o la localización del asiento, y el gradiente de precios que esta desencadena.